En un ejercicio arquitectónico que replantea la eliminación de las barreras que delimitan los espacios de juego en la ciudad (propia de la mayoría de parques infantiles), el estudio de arquitectura Vora propone áreas lúdicas con menos elementos y más interacción. Las nuevas topografías abultadas del suelo, con un pavimento que se deforma creando montículos, son su propuesta para estimular la imaginación sin segregar el espacio.
Parques sin vallas
¿Qué pasaría si eliminásemos las vallas que delimitan los parques infantiles? En una sociedad marcada por el control del riesgo, donde parques, jardines y hasta pipicans se delimitan para la tranquilidad del ciudadano, el estudio de arquitectura Vora ha llevado a cabo un experimento alejado de convencionalismos preestablecidos. Habituados a ver las zonas de juego siempre definidas, Pere Buil y Toni Riba proponen abrir los espacios para el uso libre de los niños. Y lo hacen, precisamente, en uno de los barrios históricamente menos «seguros» de Barcelona, El Raval.


Un parque abierto en El Raval
Su instalación se encuentra en la Plaça de Salvador Seguí, junto a la calle d’En Robador, una zona especialmente afectada por problemas sociales, drogas y prostitución. A principios de los años 2000 esta área vivió una reconfiguración, impulsando, así, su revitalización. Nuevos edificios y equipamientos como La Filmoteca de Catalunya, inaugurada en 2012, se instalaron allí, aportando aires nuevos al barrio.
La reciente intervención de Vora (ejecutada en 2019 y 2020) ha aportado su grano de arena en dicha transformación. Lo ha hecho no solo a nivel de revitalización, sino también como prueba piloto de un nuevo concepto arquitectónico sin barreras paras las áreas de juego infantil.

El proyecto sustituyó el clásico parque vallado, con modelos de juego convencionales (objetivo recurrente del vandalismo), por una idea totalmente innovadora. Abierta, libre, sin rincones; en definitiva, más jugable. Se convenció a los vecinos para aprobar esta nueva modalidad de playground, más integrada en el espacio y menos espacializada.

Pavimento abultado
La interacción del juego parte del propio suelo, cuyo pavimento se ha deformado creando grandes volúmenes. La nueva topografía piramidal estimula un juego libre, sin segregar la zona, invitando a trepar, saltar y brincar de forma autónoma.

Tres montículos recubiertos de caucho rojizo se integran con el resto de la plaza, pavimentada con arenisca. El juego cromático queda servido en total concordancia con los edificios colindantes. Además, la plaza cuenta también con dos árboles que proporcionan la codiciada sombra durante los meses más calurosos del año.

También en El Born
Esta nueva experimentación de espacios jugables abiertos se ha materializado también en el barrio de El Born. En la calle Comerç, entre Fusina y Princesa, Vora ha proyectado otra pequeña área abultada. Un proyecto que forma parte de esta búsqueda de una nueva interacción e inclusión de los niños en la ciudad a través de una propuesta arquitectónica más libre y menos pautada, donde menos es más: menos elementos, más imaginación.



Fotografías El Raval © Adrià Goula.
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Un comentario en “La ciudad «boteruda» de Vora arquitectura en El Raval”